En fin, un espectáculo magnífico y un par de creadores no menos fabulosos.
Nel Diago, Cartelera Turia
Os dejamos esta crítica que apareció en la Cartelera Turia, después de nuestro estreno en Valencia. Ya casi estamos preparados para irnos a Sevilla…
30/40 LIVINGSTONE, de Sergi Lòpez y Jorge Picó.- Teatro Talía
Desde su estreno en diciembre, en Temporada Alta, este extraordinario espectáculo del tándem López-Picó, que ya nos había sorprendido muy gratamente con su primer trabajo, Non solum, ha ido creciendo y consolidándose, definiendo su estructura, su final y su intención. E incluso explicitando mejor las razones de su título. En ese sentido podemos decir que estamos ante una obra abierta y polisémica que permite, como es deducible, múltiples interpretaciones. Si pensamos en 30/40 como un guarismo que hace referencia al mundo del tenis es obvio que la siguiente bola puede conducir a la igualdad o a la pérdida del punto, del set o hasta del partido. Mirado desde la vertiente de la historia narrada, eso es lo que ocurre. Una muerte súbita, la del ciervo. Pero si lo pensamos desde el plano de la actuación, uno se inclina más por el empate. Cierto es que López tiene una mayor protagonismo, una mayor presencia y, además, una gran cantidad de texto hablado, pero Picó está insuperable en su condición de ciervo (estos modelos los aprendieron ambos en la escuela de Lecoq, todavía recuerdo aquel maravilloso caballo que hacía Picó en La mala vida). Sí, argumentalmente el protagonista es Livingstone (tampoco es casual el nombre), el explorador, el insatisfecho, el que huye de una vida acomodada y tradicional para buscar no se sabe qué; quizá a sí mismo, aunque lo que encuentra es un ciervo que juega al tenis. Y se enamora de él, claro. Indudablemente, la metáfora del ciervo, y más exactamente del ciervo herido, tiene gran ascendencia en la literatura y admite variedad de lecturas. Podríamos entenderlo al modo místico de San Juan de la Cruz (ciervo=Cristo), podríamos pensar en una traslación: el ciervo es en realidad un hombre, de manera que lo que Livingstone descubre por fin es su opción sexual (hay una reciente novela cubana que trata el tema de la homosexualidad y se titula así: El ciervo herido). Y hasta lo podríamos tomar al pie de la letra (como el Albee de La cabra o ¿quién es Silvia?) y pensar en un caso de zoofilia. Da igual. Lo que cuenta es que al final Livingstone termina matando al ciervo; o sea, mata su sueño, su anhelo tan buscado. Y acaba como ese padre del que huyó: sentado en un sillón, mirando un partido de tenis por la televisión y, quizá, con una cabeza de ciervo adornando la pared. En fin, un espectáculo magnífico y un par de creadores no menos fabulosos.
Nel Diago