30/40 Livingstone al Teatre Poliorama Desternillante (y antropológica) búsqueda del Yo

30/40 Livingstone al Teatre Poliorama Desternillante (y antropológica) búsqueda del Yo

Tanto López como Picó redefinen tanto al género cómico como el concepto de espectáculo unipersonal que teníamos hasta ahora.

20.04.2017
Críticas
Por Fernando Solla
@fer_solla
Sergi López recupera 30/40 Livingstone en el Teatre Poliorama. En perfecta armonía con las representaciones de “Non Solum”, asistimos a la constatación de la validez de esta función a día de hoy. No sólo se mantiene sino que la significación de la propuesta en un contexto geopolítico y social adquiere, si cabe, mayor relevancia que en el momento de su estreno.

Nos encontramos ante un espectáculo que tiene más puntos en común con su compañero de cartel de los que pueda parecer a simple vista. El juego empieza con el título, situando en un mismo plano gramatical el sistema de puntuación en tenis y la figura de David Livingstone, considerado una de las figuras más representativas de la historia de la exploración. Usado únicamente como principal figura retórica, la alusión consiste en emularlo a partir de la figura de un adulto que necesita aliviar su inquietud vital de explorar el mundo más allá del cuadrilátero del campo de tenis o del salón de casa de su padre. Se tendrán en cuenta tanto las especialidades geológicas y zoológicas y el conocimiento de la cartografía africana del personaje titular, siempre integradas a través del espacio sonoro (atractiva la composición musical de Oscar Roig) o del trabajo corporal de la pareja protagonista. Sorprendente y cautivador desde el primer al último minuto.

De repente, el espectáculo ofrecerá al espectador la capacidad de sumergirse en las múltiples capas que se consiguen evocar. El existencialismo seguirá presente en la necesidad del protagonista de distanciarse de la figura paterna para, progresivamente, asistir a la perpetuación de una manera de comportarse y enfrentarse al mundo. Sergi López y Jorge Picó no sólo comparten escenario, sino también la dirección de la propuesta. Sobre el primero recaerá la defensa del texto y el segundo personificará y dotará de humanidad a la figura de un ciervo. El entendimiento entre ambos es tal que podemos afirmar que nos encontramos ante un espectáculo multidisciplinar, ya que hay una parte coreográfica donde la expresión corporal resulta crucial y, sobretodo, perfectamente integrada en el desarrollo de la narración.

La interpretación de ambos es excepcional, siempre apoyándose el uno en el otro. La elocuencia del silencio gracias al trabajo físico de Picó es tan asertiva como alegórica. De una poética máxima pero plenamente partícipe del tono cómico de la pieza. Sergi López sorprende por su capacidad comunicativa, que va mucho más allá de sus habilidades lingüísticas. La musicalidad de su voz y entonación son un arma que, en combinación con un dominio del gesto y la pantomima que nos hacen vez a un actor de método, terminan por convertirle en un espectáculo en sí mismo. El trabajo corporal también resulta encomiable. Su mayor hazaña consiste en transmitirnos todo el espectro de registros que se evocan en 30/40 Livingstone: siempre a partir de la comedia sin tapujos (llegando a la burla esperpéntica en algunos momentos) será capaz de mostrar todo lo descrito hasta aquí. Tanto López como Picó redefinen tanto al género cómico como el concepto de espectáculo unipersonal que teníamos hasta ahora.

La delimitación del espacio escénico, diseñado también por Picó y López, nos trasladan a un campo de césped artificial. Una butaca situada en un extremo será el único objeto que veremos en escena. Muy importante el trabajo de objetivación – personificación que se realiza a través del mismo y de la imagen o figura paterna que simboliza durante la representación. El resto del espacio se mantendrá despejado como en un espectáculo de danza, para que los personajes se puedan desplazar por él con total amplitud. El diseño de luces de Lionel Spycher resulta un cómplice imprescindible para delimitar parcelas más pequeñas (siempre enfatizando y apoyando el desarrollo dramático, así como el talante de los personajes emulados). El uso del rojo en algunos momentos contrastará estéticamente, favoreciendo de nuevo el impacto de la obra. Sutil y muy acertada labor en este terreno.

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