Nos atrae el antagonismo (explorador versus animal, jugador versus jugador) y aún más nos atrae el conflicto, puesto que sin él, no hay cambio social. No estamos hablando de violencia, de tirar piedras, de fabricar explosivos, de llamar imbécil al árbitro, de hundir las tribunas en las que se sientan los poderosos con un martini en la mano, sino de humor